La trilogía del Pop: la performance como espada y la fantasía como escudo
La trilogía del Pop, escrito por Matías Díaz Huirimilla, es una recopilación de tres textos pensados para la interpretación dramática, en donde podemos encontrar a sujetos marginados navegando por espacios violentos, resistiendo a las críticas con la performance como espada y la fantasía como escudo.
Todo esto se desarrolla por medio de tres universos: El primero es el monólogo de Ángel, quien cuenta los momentos fundacionales de su identidad, desarrollando el conflicto interseccional de ser gay y pobre. El segundo se trata de un grupo de sujetos subalternos, que entran y salen de la fantasía de la fama, utilizando esto como método de supervivencia de las violencias que los persiguen. Imitan a la famosa banda One Direction, en la esperanza de deshacerse de su verdadera identidad a través de la navegación en otra. Por último, se nos presenta un caso de exposición mediática realizado por estereotipos característicos del mundo hater que podríamos encontrar en twitter, y que se resuelve a través del transformismo.
Lo que resulta encantador e ingenioso de cada uno de estos textos es que esconden un conglomerado de temas que dan para una reflexión mucho más profunda, y se ejecutan a través de personajes, dinámicas y elementos que a simple vista parecen ridículos, y sin embargo al finalizar cada texto resultan poderosos.
Una fantasía de poder
Divas se trata de un recorrido por las artistas femeninas más representativas de la década del 2010, acción a través de la cual se caracteriza al protagonista, Ángel, que a todas luces, se siente identificado en aquellas superestrellas del pop golpeadas por el machismo, la homofobia y el acoso.
Se hallan muchos elementos, ideas y figuras conjugando al mismo tiempo: La performance desde la infancia como una forma de establecer la identidad, la fantasía como resistencia, la figura de la madre, entre otras cosas. Vemos una clara influencia de Pedro Lemebel en la fabricación de los sujetos marginados de cada texto, rasgo que se confirma con la portada del libro, la cual hace alusión a la famosa fotografía de Lemebel en la marcha del Orgullo Gay en Nueva York (1994).
Mirrorballs, que cambian para encajar
One Direction trabaja con los tópicos de la fama, la fantasía y la cultura de la cancelación. La performance pasa de ser un método de expresión de la identidad a ser un portal para escapar de la realidad. Nos encontramos con cinco protagonistas que buscan ganar un concurso de dobles interpretando a la banda británica One Direction, en el intento de dejar atrás su conflictiva existencia como sujetos marginados.
La historia comienza de forma confusa, puesto que se desconoce el acercamiento que va a tomar, sobre todo una vez leído el primer texto. Luego de Divas, resulta difícil realizar una asimilación entre el mundo Queer y una banda tan estereotipada como lo fue One Direction. Por tal razón, resulta una gran sorpresa cuando comienzan a aparecer las primeras pinceladas de la sátira.
En One Direction se reconstruye todo el juego de la fama. La estructura está caracterizada por el concurso de bandas, el presentador de televisión, las entrevistas, declaraciones públicas y ensayos musicales. Se articula de tal manera que se aterrizan a la tierra estos personajes que en otro contexto contarían con una mayor idealización, por eso vemos una gran cantidad de pinceladas de la realidad chilena y con ellos se logra trabajar la interseccionalidad.
Compararse con las estrellas
Para el caso de Divas, el protagonista, Ángel, va contando la historia de su vida a través de la comparación con estrellas del pop. ¿Por qué elige a estas mujeres? Porque son sujetos performativos, amantes del escenario que fueron violentados, perseguidos y abandonados, igual que él. Por tal razón, para Ángel la fantasía es solo un refugio mientras que en One Direction tenemos personajes igualmente heridos y, sin embargo, luchan por un cambio.
En este caso, la fantasía pasa a ser una motivación, una ventana hacía el posible futuro, con ello se impulsan para sobreponerse al dolor e inseguridades, y así soñar con una vida más gentil.
Finalmente vemos una representación del trayecto que se recorre desde que comienza la fama hasta que tiene sus primeros tambaleos. La propuesta de One Direction es, por un lado, visitar la trayectoria desde la búsqueda de la fama, hallarla y tratar de mantenerla y, por otro lado, exponer la difícil situación en la que se encuentran los artistas, que buscan la fama para sanar una herida y ser admirados, y terminan siendo esclavos de la sociedad cruel.
The best of both worlds: ¿Canción pop o himno queer?
Por último, Hannah Montana and Rupaul take justice in their own fabulousness es un caso de justicia divina, en el cual se utiliza la gran exigencia de las competencias de Drag para hacer pagar a un trabajadores de una empresa por haber humillado a uno de sus colegas. Rupaul establece como castigo someter a los personajes a una competencia de Drag Queens, siendo Hannah Montana, víctima de la situación, quien conforme el jurado.
Con este último texto recibimos una nueva entrega de la performance, esta vez combinándolo con el fanfiction, que resulta ser uno de los fenómenos del mundo pop. Nos alejamos de la fantasía para centrarnos en la performance queer en su totalidad. Esta propuesta trata de la justicia y la venganza. Nuevamente nos encontramos con víctimas y victimarios, sin embargo en esta ocasión se desarrolla una dinámica de reparación, la cual si bien es justa y necesaria para sanar, no cierra por completo la herida provocada por la burla y exposición que sufre la protagonista.
Lo que podemos apreciar es una nueva arista de la performance que se concentra en la fragilidad de los sujetos performativos y, paralelamente, qué sucede con los victimarios. En ese sentido, aquí no se trabaja la fantasía, que la misma historia está construida sobre una ficción poco realista que podría caer dentro del fanfiction, si consideramos que la protagonista es Hannah Montana, esta vez representada como un hombre transformista.
La música como base para La trilogía del Pop
De forma general, cabe decir que la selección de canciones para cada obra aporta una experiencia sonora fundamental para entender el motivo y la estética de cada escena, por tal razón me parece indispensable hacer uso de las especificaciones musicales de cada texto.
Si bien en algunos escritos de La Trilogía del pop se realiza una selección más específica que en otros, como por ejemplo One Direction, al principio del capítulo se especifican las canciones utilizadas, sin embargo en Divas, el soundtrack va apareciendo a medida que el personaje avanza en su monólogo.
Y cada una de las estrellas mencionadas, desde Britney Spears hasta Beyonce, fueron estrellas del espectáculo estadounidense que gozaron de una fama estratosférica y, sin embargo, fueron cazadas como pajaritos, ya sea por la prensa o por novios problemáticos. La selección de cada una de las canciones funcionan como pilares que construyen la identidad de Ángel, a medida que se van presentando entendemos en mayor profundidad los motivos del protagonista.
En ese sentido, la performance toma un predominancia total a lo largo de los tres textos, ya que es a través de esta que los personajes expresan sus malestares, de la misma forma en que esta se convierte en un espacio seguro de expresión o también en una puerta de escape.
Vemos también que detrás de tal género musical “básico”, la comercialización y las letras simples, habían sujetos violentados por diferentes fuerzas, que en realidad entregaban su cuerpo y alma, también su salud física y mental, por la entretención de otros. Las estrellas de Hollywood, los artistas de Los Ángeles, todos pagan un precio estratosférico a cambio de la admiración.
Pensamientos finales de La trilogía del Pop
En La trilogía del pop, se nos reafirma que estas personas son más que artistas y que, a pesar de la supuesta simpleza, lograban crear un espacio de acogida para todos los incomprendidos, las estrellas golpeadas y los ángeles heridos, como el propio Ángel, los dobles de One Direction y Hannah Montana.
De tal forma, nos hace reflexionar sobre lo positivo y negativo de los artistas y la performance. ¿De qué lado se encuentra verdaderamente el poder? ¿El público, la academia o la estrella? Nos ayuda a mirar hacia el pasado pop del 2010 y darnos cuenta de que ese mundo tenía más valor del que nos decían, y para una fan jubilada como yo, se sintió como un acto de reparación a mi adolescente interior.
A modo de cierre: una gran lectura para todos los fans del pop que algún día nos sentimos estúpidos, sin haberlo sido.
¡Los invitamos a revisar nuestra ultima reseña del libro: El Colgado!