Literatura independiente, el sector olvidado por las políticas públicas
A una semana de las elecciones presidenciales, el panorama en los programas de los candidatos es desolador para la literatura independiente chilena y, si bien la Política Nacional del Libro y Lectura es consciente de la precarización del rubro, no se visualizan soluciones hasta el momento.
La literatura independiente y el mundo de las culturas están a punto de sufrir grandes cambios.
Cada 5 años, la Política Nacional del Libro y Lectura en Chile se actualiza y propone nuevos desafíos para el mundo editorial.
Desde el año 2006, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en conjunto al Consejo Nacional del Libro y la Lectura, se reúnen con sus respectivos directorios y sugieren soluciones para incrementar los hábitos de lectura, aumentar la comprensión lectora y mejorar el desarrollo de la industria editorial.
Actualmente, el país se rige por la política establecida para el quinquenio 2015-2020, que fue redactada en base a la primera política establecida en 2006.
Cuando se cumple el periodo de tiempo, profesionales de distintas áreas relacionadas con la cultura realizan una evaluación de los avances que se han tenido en cuanto a los objetivos establecidos en un principio y se plantean nuevos retos, tanto por la evolución digital, como por el cambio generacional.
El pasado 5 de noviembre, entidades gubernamentales, tal como el subsecretario de educación, Jorge Poblete; el subsecretario del Ministerio de la Cultura y las Artes, Juan Carlos Silva; el subsecretario de patrimonio cultural, Emilio de la Cerda; el secretario ejecutivo del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, Pedro Maino, entre otras y otros profesionales de la cultura, realizaron el primer plenario para la Política Nacional del Libro y la Lectura 2022-2027.
Este plenario busca incentivar a la comunidad a familiarizarse más con la lectura, ya que aún queda mucho por trabajar en este aspecto.
El proceso de construcción de esta nueva política se forjará a través de instancias participativas.
En ellas, la comunidad puede ser parte de la construcción de la nueva política que se implementará durante los próximos 5 años.
Su participación se realiza por medio de consultas ciudadanas, mesas regionales, mesas por ámbito y plenarios.
El conflicto para las pequeñas editoriales
En las dos políticas previas se enfatiza el fortalecimiento de bibliotecas públicas, en el incentivo a editoriales y librerías que fomenten la producción, creación y circulación del libro nacional.
Pero poco se desarrolla sobre quienes conforman el mundo de la literatura independiente, quienes están fuera de los grandes conglomerados, incluso a nivel nacional.
A pesar de que la política de los años 2015-2020 señala la problemática de la editorial micro no se explicitan soluciones respecto a la literatura independiente.
Pues a pesar del riesgo económico y de subsistencia que pueden tener, no se menciona el trabajo colaborativo con editoriales independientes.
La editora y socia fundadora de Ediciones Oxímoron, Paula Gaete, sostuvo para el diario digital “El Desconcierto” que
“El Estado debería tener un rol mucho más amplio que los fondos concursables. Aunque reconozco la ayuda que significan en cuanto a financiamiento (que siempre es lo más difícil), me parece que las políticas públicas respecto al libro deberían estar más enraizadas en la industria misma”.
Organizaciones como la “Cooperativa de Editores de la Furia” y “Editores de Chile” luchan por un espacio.
Pues han reunido diversas editoriales pequeñas de escasa difusión, con el fin de asociarse y promover los servicios editoriales.
De esta forma, esperan mejorar las condiciones económicas y de trabajo a quienes pertenecen al mercado de la literatura independiente.
En ese sentido, la industria de la literatura independiente ha tomado estas decisiones como una medida para subsistir y poder seguir creando cultura.
Para Gaete es importante sacar adelante la editorial sin un financiamiento externo, como indicó a “El Desconcierto”, pero se tiene una mayor dificultad sin el apoyo de los fondos del Estado.
Pues a pesar que los estime como soluciones parche, ya que no reparan el tema de fondo, siguen siendo un aporte.
El panorama actual de la literatura independiente
Al igual que en otros rubros, la crisis sanitaria perjudicó al espectro editorial, quienes tuvieron que actuar de manera eficaz.
Pues ante un contexto en el que hubo giros de 180° en la vida de las personas, volcaron sus ventas a los libros digitales.
Algunas editoriales despacharon libros gratis a domicilio para solidarizar con sus compradores y compradoras.
Incluso, subieron libros gratuitos para leer en ciertas plataformas.
Tal como se expone en la nota del medio “El Mostrador”, “La reconversión de las editoriales independientes ante el confinamiento por el coronavirus”, la pandemia ocasionó el cierre de librerías y la suspensión de lanzamientos y ferias.
Frente a este escenario, el medio conversó con Paula Gaete, quien afirmó que,
«la edición independiente es un rubro bastante precarizado, porque el trabajo en el ámbito cultural lo es en Chile (…) En general, los editores tienen otros trabajos y pocos viven solamente de la editorial, cosa que se agrava ahora que las librerías están casi todas cerradas y no hay ferias de libro».
Actualmente se están retomando las ferias del libro y la presencialidad en las librerías.
Sin embargo, la pandemia sólo vino agravar una situación con la que deben lidiar constantemente las editoriales independientes.
¿Hay futuro para las micro-editoriales?
Ante este escenario, y a unos cuantos días de la primera vuelta presidencial, el panorama no se ve prometedor.
El ítem de cultura de los programas de la candidata y los candidatos a las elecciones 2021 tienen un escaso desarrollo sobre la situación de las editoriales independientes y las soluciones que proponen al respecto.
Dentro de las medidas del programa de Yasna Provoste, está el incremento del presupuesto cultural actual de 0,3% al 1%.
Por su parte, el programa de Gabriel Boric le sigue en la iniciativa.
Si bien, ambos programas plantean un fortalecimiento de las culturas en el país, solo en el documento de Provoste se hace mención a los libros.
No obstante, estas apuntan al plan de fomento lector, programas de alfabetización y a estimular un rol activo de bibliotecas públicas junto a la comunidad.
Por otro lado, el programa de Marcos Enríquez Ominami propone la eliminación del impuesto al valor agregado de la venta de libros nuevos usados y también la venta de libros digitales.
Además, incluye la creación de un Instituto Nacional del Libro que incentive el desarrollo de la industria editorial en Chile desde una perspectiva del Estado, respetando la biodiversidad y dejando de regir la producción según la rentabilidad de la obra, de esta forma aumentar las publicaciones nacionales y hacer valer la identidad literaria en Chile.
Por su parte, el programa de José Antonio Kast pone énfasis en la promoción de creación de bibliotecas por parte del municipio, colegios, universidades y privados con la finalidad de otorgar crecimiento cultural al país.
A esto se le suma el formar bibliotecas infantiles en distintos pueblos de Chile.
Por último, generar proyectos creativos, como bibliotecas flotantes en el barrio invirtiendo en autores y obras “clásicas”.
En los programas de Sebastian Sichel y Franco Parisi no existe mención al sector editorial, del libro o bibliotecario.
Sichel, al igual que Provoste y Boric, aumentará el gastó público en cultura del 0,3% al 1%,
En cuanto al programa de Eduardo Artés, él resalta otros aspectos, como por ejemplo, realizar una asamblea constituyente posterior a la creación de la nueva constitución con la finalidad de incluir a la ciudadanía en la formación de su gobierno y en las problemáticas hacen falta por resolver.
No obstante, no hace mención sobre la cultura y las propuestas que tiene sobre esta área.
En síntesis, estimando todos los datos reunidos y expuestos, queda bastante por trabajar en el área de de las editoriales independientes.
Su consideración es escasa en las políticas públicas y no se proyectan expectativas ante un eventual cambio.
Por ende, hasta el momento sólo queda poner las fichas en la próxima Política Nacional del libro y lectura 2022-2027.
Esta se elaborará durante los próximos meses en conjunto a las y los pobladores que tiene fecha de validación para marzo del próximo año.