Sergio Infante – Reseña: Batallas de una pasión
El primer semestre del 2022, se estreno el libro «Batallas de una pasión» de Jorge Calvo, que es un conjunto de diez cuentos. La obra fue publicada por Signo Editorial y el principal elemento en cada cuento es el ajedrez, juego que aparece de una forma u otra.
Estas narraciones inspiraron a Sergio Infante, doctor en literatura, novelista y poeta, a realizar una reseña/comentario critico sobre este texto literario que involucra al ajedrez.
Batallas de una pasión: El ajedrez como pre-texto
En cierto modo considero mi deber, por un tema de transparencia, informarle al lector sobre los textos que se dispone a visitar en «Batallas de una pasión». Si bien nacen y guardan una directa relación con el ajedrez, estos apenas orbitan el tema o solo lo rozan tangencialmente.
Toda la idea de este libro, se origina y se desarrolla en torno a imágenes, ideas, personajes e historias relacionadas con el juego. Pero en ningún momento pretende analizar una posición especifica o mostrar temas u episodios relativos a la disciplina en sí misma. Por el contrario, aspira a observar mitos, actitudes, anécdotas y leyendas relacionadas con el juego.
«Batallas de una pasión» carece de cualquier pretensión científica o pedagógica y, a modo de definición, es estrictamente literario. Significa que pertenece al universo de la ficción narrativa, siendo más un texto de creación, una metáfora, una trasposición poética y un texto lúdico. Aunque a ratos termina rozando con situaciones y personajes reales, es eminentemente una ficción.
Mucho se ha escrito sobre el ajedrez y su origen, la historia de los granos de maíz es proverbial y a menudo se utiliza en la asignatura de matemáticas. También se utiliza en otros temas relacionados con la poesía, alquimia o magia. La historia del ajedrez se hunde en la noche de los tiempos, se desconoce su procedencia, se especula demasiado y sus orígenes resultan engañosos y contradictorios.
Algunos creen que fue creado por mentes perversas para poder obsesionar y enloquecer a los hombres. Otros afirman que era un pasatiempo divino, reservado a los dioses del Olimpo u otra corte celestial. Investigadores serios han pesquisado su rastro en la distante China, en épocas remotas, muy anteriores a Cristo.
Se afirma que aquel legendario emperador que se hizo acompañar por un enorme ejercito de guerreros terracotas, se dirigía a un lugar donde también se juega al ajedrez. Se mencionan otros sitios como la India, Ceylan. Por ejemplo, una ánfora griega -de la época de Troya- muestra la imagen de dos soldados jugando ajedrez.
Existe una historia que se origina en un antiquísimo poema Persa, la que cuenta la historia de aquel poderoso monarca: Sehram que a punto de perder el juicio de aburrimiento encomendó a uno de sus súbditos la misión de crear un juego entretenido.
El hombre se llamaba Sessa Enb Daher y, lo único que pidió como recompensa al agradecido monarca fueron los granos de maíz: Si, deposite un grano en el primer casillero y avance doblando la cantidad: 1, 2, 4, 8, 16 y al llegar al escaque 64, ayudado por una simple calculadora de bolsillo, podrá establecer que solo para la última casilla requiere la estratosférica cantidad de dieciocho mil billones de (18.446.073.709.551.615) granos de trigo.
En los dominios de la mitología existe otra historia, Caissa, una joven y bella diosa que predecía el futuro, al visualizar lo despiadado que serían los ejércitos decidió crear un juego basado en la inteligencia. Dispuso dos ejércitos, uno blanco, el otro negro, que se desplazaban sobre un tablero dividido en ocho casillas por lado. Se asignaron funciones a las piezas, los peones podían avanzar hacia adelante.
Las torres protegían al Rey en el enroque. La caballería saltaba por encima de las posiciones enemigas. Los alfiles eran consejeros religiosos y no mataban en nombre de ningún dios, sino en nombre del rey. Por la gran crueldad que demostraban es que estaban condenados a moverse sólo por las casillas de su mismo color. La dama, o reina, está hecha a imagen de una diosa y es la pieza más poderosa del tablero.
El rey creado a imagen de un poderoso monarca recibe la maldición de no poder avanzar más de un paso por vez. Luego de crear el juego para que no sea descubierto y destruido Caissa para ocultarlo, lo arroja a la Tierra. El juego cae en la India, llega a manos de un hombre que había recibido una curiosa misión de un monarca aburrido.
Estas páginas abarcan un inmenso periodo de tiempo, seres y circunstancias casi imposibles de abordar, por ende aquellos instantes, fragmentarios, dispersos, aparecen ciertas cimas que fugaces aspiran solo a comunicar ciertas impresiones, atisbos y momentos psicológicos que han gravitado a lo largo de toda la compleja y dilatada Historia del Ajedrez.
El poder que recae en el monarca es tan extraordinario y su significado tan profundo que -para protegerlo- debe desplazarse muy lentamente. Solo un escaque cada vez, su marcha es lenta y debe permanecer protegido puesto que si recibe un ataque mortal el juego concluye de inmediato.
Como existe variedad de leyendas, es que a cualquier personaje mítico de la antigüedad se le cuelga la invención del ajedrez, incluso al Rey Artuto se le adjudica haber inventado el juego. En el siglo XIX, en momentos que España e Inglaterra eran gobernadas por dos grandes (reinas Isabel II y Victoria I), respectivamente, se vio como una metáfora del juego del ajedrez. No obstante el peón esta llamado a jugar un rol estratégico, puesto que al alcanzar la última línea puede convertirse en cualquier pieza: incluso puede ser Dama. Pero no Rey.
Y cuando el juego concluye tanto el peón como el rey regresan a la misma caja.
¿Quién es Sergio Infante?
Sergio Infante es Doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Estocolmo y trabajó como profesor titular del Departamento de Español, Portugués y Estudios Latinoamericanos dentro de la misma universidad.
En 1975, junto con su mujer fueron a Suecia como refugiados políticos, después del Golpe Militar y posterior dictadura que se vivió dentro de Chile en el año 1973. Durante 1977, fundó con los poetas Adrián Santini y Carlos Geywitz el Grupo Taller de Estocolmo, al que luego se unió el poeta Sergio Badilla Castillo y el narrador Edgardo Mardones.
Abismos grises, fue el titulo de su primer poemario, el cual escribió a los 20 años, en 1967. Algunas de las otras obras que ha publicado son:
- Abismos Grises (Santiago de Chile, 1967)
- Sobre Exilios/ Om Exilen (Estocolmo, 1979)
- Retrato de época (Estocolmo, 1982)
- El amor de los parias (Santiago de Chile, 1990)
- La del alba sería (Santiago de Chile, 2002).
Fuente entregada por Jorge Calvo Rojas, Director Sociedad de Escritores de Chile (SECH) y autor de «Batallas de una pasión».
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